jueves, 20 de octubre de 2011

tiempos modernos

Director; guionista, actor principal: charles chaplin.  1936.
Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a la que conoce en la calle
De las varias obras maestras de Chaplin tal vez sea Tiempos Modernos la que mejor ha sobrevivido al paso de los años. Su bellísimo lienzo-protesta contra la mecanización del hombre como engranaje indispensable de la imperiosa necesidad de producir se puede reconducir a nuestra sociedad actual donde el hombre corriente sigue siendo poco menos que un esclavo más de su jornada laboral, parca en derechos y salario, rutinaria, carnívora y deshumanizada.

Así, Chaplin, se viste de Charlot esta vez para hablarnos de la miseria que rodea a los seres humanos, envuelta bajo el manto de la fábrica, monstruo implacable de la libertad y de la vida, en la sociedad industrial de nuevo cuño donde miles de hombres vagan como robots reprogramados en busca de un empleo que les permita comprar una barra de pan aunque el precio sea la construcción de miles de tornillos diarios en una cadena de montaje presentada como una sala de torturas de la que solo un genio podría crear unos momentos de comicidad tan hilarantes como desgarradores.

El camino que tomará nuestro querido vagabundo es tan universal como necesario. El mundo que se presenta ante sus ojos le es mucho menos apetecible que la confortable celda de una prisión donde dispondría de tres comidas diarias y de una acogedora cama pero todo será diferente cuando ese mundo de locura, grasa y tornillos pueda verse solo a través de la belleza de Paulette Goddard, que se cruzará en su destino como un ángel indómito. Desde entonces Charlot trabajará por amor y aunque sus peripecias laborales estén lejos de proporcionarle algún tipo de estabilidad todo se ha vuelto secundario y efímero porque siempre quedará otro sendero que retomar de la mano de su enamorada, arropados en una sonrisa que ningún trabajo esclavista, que ninguna jornada interminable, que ningún contrato basura podrán nunca derrumbar.

Y en el mundo de hoy, también nosotros, alimentamos a la fábrica homicida, a la multinacional caníbal y al banco parásito porque también tenemos una Paulette Godard en nuestras vidas o porque estamos buscándola y porque como Chaplin sabemos que la miseria que rodea a los poderosos siempre será mucho más frágil y débil que nuestra sonrisa.
es una obra, imperecedera, una satira total, que en pleno 2011, no pasa de moda. La primera media hora de esta pelicula, es inmortal, y la que mejor a reflejado, la industria. Una obra maestra, en contra de la explotacion.

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