viernes, 24 de febrero de 2012

apocalypse now

año de dirección: 1979. duración: 153 minutos. director: francis ford coppola. bélica. reparto: marlon brando, martin sheen, robert duvall, laurence fishburne, frederick forrest.
arguemtno:El Capitán Willard es un oficial de los servicios de inteligencia del ejército estadounidense al que se le ha encomendado en Camboya la peligrosa misión de eliminar a Kurtz, un coronel renegado que se ha vuelto loco. En el corazón de la selva, en un campamento sembrado de cabezas cortadas y cadáveres putrefactos, la enorme y enigmática figura de Kurtz reina como un buda despótico sobre los miembros de la tribu Montagnard, que le adoran como a un dios.


 Dos reflexiones por delante: 1) es, sin duda alguna, una de las obras más difíciles, complejas, arriesgadas e importantes que haya hecho el cine desde los 70; 2) es también, sin duda alguna, la más importante y determinante película en la carrera de Coppola, y no hablo de si es la mejor (ahí está la intocable perfección de las dos primeras partes de "El padrino"), sino que solo por la implicación personal y casi lunática del director en el proyecto (dos años de rodaje en Filipinas en condiciones terribles, los problemas de producción y económicos...) merece tal mención. "Apocalypse now" vale por toda una carrera dadas sus tremendas coordenadas.
Inspirado por la novela de Joseph Conrad, "El corazón de las tinieblas", Coppola y Milius idearon el denso, tremendo y soberbio guión de la película, trasladando lo que en el libro era la atracción de un marinero hacia el hombre que debe asesinar, a la guerra del Vietnam. A partir de aquí nos sumergimos en una insuperable atmósfera, recorrida por un aliento místico/filosófico que la hacen aún más ser una obra única.
La película tiene un arranque arrebatador, enigmático, del todo fascinante y maravilloso: la imagen superpuesta del sufrido y pensativo rostro de Sheen con el zumbido adormecedor y a la vez pesadillesco de los helicópteros (jamás en una película se han empleado tan bien los helicópteros) que acaba en una explosión de fuego en la selva.
Coppola plantea la guerra de dos seres humanos contra sí mismos y su interior, algo mucho más dañino, inolvidable y obsesionante que matar a uno o doscientos charlies. Esa subida por el río es la más clara bajada a los infiernos.
Obra llena de memorables secuencias (el inicio, todo lo relevante al sonido de los helicópteros, la alucinante batalla dónde se usa napalm con el atípico capitán Duvall al mando, con dos soldados surfeando mientras caen las bombas a su lado y un cámara de televisión lo rueda todo "in situ", la música de Wagner, la llegada a la guarida de Kurtz...) hace que junto a su irrechazable, maravillosa y alucinante atmósfera sea un espectáculo grandioso, operístico, que transmite además una magistral sensación de irrealidad dentro de tan real y plausible pesadilla. Pese a ser una película indiscutiblemente bélica tiene tal complejidad que es tanto un thriller atípico como un drama filosófico/psicológico y, por supuesto, una obra maestra del cine de terror, pues es la exposición más impresionante que en muchos años se haya hecho de eso que podríamos llamar horror - los últimos 30 minutos me superan -.
Obra maestra, pues, hasta lo indecible, dotada de una fotografía alucinante y sublime de Storaro y una música de Carmine Coppola y el propio director que se solapan y armonizan con el resto de manera fabulosa, es, debo decirlo, una obra de arte escalofriante, sobrecogedora, maravillosa, quizás perfecta. Amo esta película.
 “Apocalypse Now” dejó de ser una película perfecta después de la expansión de “Redux”, porque nos guste o no, ahora ya hay que considerar siempre a esta película con esa versión y hay que reconocer que se hace un poco larga en algunos momentos y que el nuevo añadido aunque magnifica el conjunto también la convierte en un film con partes más débiles que pude dar argumentos a los más críticos.

Aún así estamos ante una de las películas más míticas de la reciente historia del cine (bueno ya no tan reciente) y es que no hay muchos directores en la historia del cine que tengan una década tan inmaculada como la tiene Francis Ford Coppola en los años setenta, “El Padrino I y II”, “La conversación” y esta “Apocalypse Now” demuestra que cuando uno está inspirado les salen obras redondas una tras otra.

Con un guión del ultraderechista John Milius, no del todo bien entendido por algunos aficionados al cine, que se quedan en la parte del horror de la guerra, cuando lo decisivo es entender que lo necesario para ganar una guerra es la ausencia de prejuicios y moral, tal y como pregona Kurtz, personaje que se contempla con verdadera admiración ya que se le presenta como el mejor de quinta y promoción. Es por lo tanto un mensaje donde se critica a la opinión pública americana y medios de comunicación de no saber estar con su Ejército a la hora de ganar la guerra de Vietnam. El anticolonialismo no está tan marcado como en la novela sin lugar a dudas, incluso en la parte de los colonos franceses se les justifica y se comprende ya que llevan allí mucho tiempo y en realidad en su hogar y medio de vida en un sitio donde antes no había nada.

No es por tanto en ningún caso una película antimilitarista y mucho menos pacifistas como he tenido la ocasión de leer por aquí, es más lo realmente soberbio es que tiene un contenido filomasónico muy grande, en el sentido del simbolismo continuo que expresa cada plano de la película de Coppola.

También hay que tener en cuenta que partir como inspiración de un libro de Joseph Conrad, uno de los mejores escritores europeos de todos los tiempos, es partir ya con un gol de ventaja antes de que arranque el partido.

Hay además películas que ya en sí su rodaje son otra película en sí misma y “Apocalypse Now” es uno de los casos más evidentes de la historia del cine como demuestra esa magnífica película documental titulada “Hearts of Darkness: A Filmmaker's Apocalypse” donde disfrutarán como niños a los que les gusta esta película.

No puedo olvidarme de mencionar el impecable trabajo de un actor irregular y poco aprovechado como Martin Sheen que sin embargo nos quedará para siempre esta magnífica interpretación del Capitán Willard, como otras caso de “Malas tierras” o “Wall Street” donde Sheen raya a gran altura.

Extraordinario también el papel de Robert Duvall y no tanto un Marlon Brando haciendo de sí mismo, poco mérito tiene ( ojo, es tan grande, que sólo hace de sí mismo), y un Dennis Hopper que como siempre se excede en sus registros.
 Ya desde el inicio se nos indica por dónde van a discurrir los cauces de esta película. Esa habitación de ventiladores que recuerdan helicópteros y napalm, de botellas vacías y olor a alcohol, de espejos rotos y manos ensangrentadas. Ese cuartel militar con asfixiantes primeros planos, de sudor en la frente, y con la voz de Kurtz de fondo. No se me ocurre mejor pistoletazo de salida para entrar en el alucinado universo que nos propone Coppola.

Poco a poco, de forma incesante, la película va adquiriendo volumen. Se confirma esa pulsión malsana apuntada en el arranque, apretándola hasta el estallido final. El descenso en picado al corazón del horror. Lográndolo Coppola sin apenas mostrarlo. No lo necesita para transmitirlo de forma absoluta.

El horror en sí no le interesa. Sangre y vísceras aparecen bastante menos de lo acostumbrado en una película bélica, pues Coppola sabe que la violencia es efímera. Lo que perdura son las cicatrices que deja tras de sí. Para explorarlas, se nos ofrece siempre el punto de vista de Willard, se nos prestan sus ojos. Por ello compartimos la evolución alucinada del personaje, y nos metemos hasta el tuétano en la atmósfera de la película.

Contribuyendo a esta fascinante atmósfera está la situación de la guerra de Vietnam, pero en absoluto es lo primordial. Por eso la versión Redux me parece que añade más lastre que otra cosa, con la escena de los franceses sobre todo. Con ella parece que se quiere aportar una visión política del conflicto, que la película aporte al contexto, cuando es el contexto el que debe aportar a la película (con los Rolling, con the Doors, con las drogas). Así se resta a la universalidad que se gana a pulso durante el resto del metraje.

Y es que buena parte de esta universalidad ya estaba en "El corazón de las tinieblas" de Conrad. Aquí demuestra una vez más Coppola lo privilegiado de sus neuronas al adaptar la novela, despedazándola, despreciando la trama para quedarse con lo primordial: su esencia. Al pulirla y darle forma es cuando aparece "Apocalypse Now". No es el resultado de la narrativa. Es Wagner a todo volumen ambientando un ataque de helicópteros. Es el olor a napalm por la mañana. Es la locura de un fuego cruzado alumbrado por bengalas. Es la sobrecogedora evocación de un Brando desatado, por medio de la palabra, del horror de brazos seccionados. Es eso y más.
 Para mí, la mejor película “bélica” que haya visto. Y es que esté film reúne todo lo necesario para sorprendernos y dejarnos impactados de todo el horror que genera la guerra.
Uno llega a la conclusión de que el infierno del Dante, es un jardín de niños, comparado con el miedo que devora el alma del hombre cuando su único fin es el exterminio de su propia especie y su dios es un ídolo entre tinieblas en lo mas profundo de la selva.
En 1979 cuando vi por primera vez esta película, no la entendí, como que era mucho para mi poco evolucionado cerebro. Pero años mas tarde pude apreciar en toda su magnitud esta obra de arte, y si me atrevo a llamarla así; verán porque:

1-Esta basada en una gran novela de Joseph Conrad
2-Esta dirigida magistralmente por Coppola
3-Grande actores en esta película
4-Coronada por grandes temas musicales de “The Doors” y “Rolling Stones”
5-Una gran fotografía por supuesto
6-Un desenlace escalofriante
7-Profundamente psicológica
8-Éxtasis provocado por imágenes brutales, despiadadas, descarnadas.
9-La película muestra, como alguien dijo: “El lado oscuro del corazón humano”
10-Extremadamente sensible, espiritualmente subyugadora.
 No es un film sobre la guerra de Vietnam, otro de los tantos que se empezaban a cocer tras "The Deer Hunter" o "Coming Home" estrenadas un año antes y que ya entrados en los ochenta el conflicto se ensalsaría de patriotismos chucknorrianos y stallonianos hasta la llegada de "Platoon" y "Full Metal Jacket".
La pieza de Coppola queda muy al margen de reseñar el conflicto en si y nos adentra directamente en las tinieblas de la obsesión humana para alcanzar lo mítico y divino, muy propio en la táctica psicológica de la guerra.
La selva camboyana como el mismo infierno creado y reducido por el hombre con su deseo irrefrenable de alcanzar a ser un semidiós usando sus instintos primitivos de poder, són las conclusiones a las que llega un desconcertado y cada vez más enloquecido Willard dispuesto a arrebatar el mando de Kurtz con las mismas reglas a las que ambos se les ha impuesto el ejército de su país invasor. Ya no hay lucha entre ejércitos por sus propios intereses políticos, solo hay jungla, desolación, locura y muerte.
Hay que añadir el elenco de seres supremos en "Apocalypse Now"; el ejército aéreo capitaneado por Kilgore (excelente vis cómica de Robert Duvall, de ademán autodestructivo y enseñoreado por los aromas matutinos del napalm); la misma intervención militar (pero sin caer en la denuncia sobre sus consecuencias); el colonialismo apagado y arrebatado (tema añadido, y según mi punto de vista, enriquecido en la versión ampliada de 2002); Willard, el oficial atormentado (Martin Sheen substituyó a Harvey Keitel) por cumplir una misión de la que él puede decidir por méritos de orgullo coronarse rey de los nativos después de ejercer sus funciones de verdugo. Y Kurtz, el coronel desertor que ha creado su ejército de nativos (Robert Redford, que tuvo la posibilidad de hacer de Willard, Steve McQueen y Jack Nicholson eran candidatos al personaje).
He aquí los paralelismos entre Willard y Kurtz; la línea divisoria entre ambos se estrecha cada vez más hasta llegar al final del río, en plena Camboya donde el otro "infierno ruidoso", el de los fusiles, los helicópteros y las playas minadas con surfistas suicidas, queda ya muy lejos y se reemplaza al infierno del silencio y el miedo, del horror dónde el mismo hombre puede destruir el paraíso que ha creado a golpe de machete mandando una clave por radio. La propia destrucción hecha cenizas. Muy propio de las guerras y del poder.
De visión obligada. Wagner dijo una vez: "Si el público no ha enloquecido mi obra habrá fracasado". En nuestros días las Walkirias siguen cabalgando con fuerza.
 La película nos mete de lleno en el horror de la guerra, mostrando las atrocidades cometidas por el ejército norteamericano en Vietnam. Pero se centra sobre todo en enseñar el desgaste psicológico que sufrían los soldados inmersos en una guerra sin sentido: la locura que se apoderaba de ellos, la paranoia, e incluso la pérdida de su propia identidad (reflejada sobre todo en el Coronel Kurtz, que rompe radicalmente con todo su pasado, y en el Capitán Willard, que afirma que sería incapaz de readaptarse a la vida "normal" después de todo lo que ha visto en la guerra).
A todo ello se le unen unas magníficas interpretaciones de Martin Sheen como el Capitán Willard (papel que en un principio iba a ser para Harvey Keitel), Robert Duvall (genial haciendo de Coronel "surfista") y Marlon Brando (el Coronel Kurtz), que no aparece hasta casi el final, pero clava su personaje, un tipo que está al borde de la locura.
Hay que destacar también la gran fotografía, con paisajes preciosos, y llena de bellos contrastes. Son muchos los momentos memorables de la película: la gran aparición de Kurtz (con un buen juego de luces y sombras que le dan un aire majestuoso), los helicópteros volando al son de "La cabalgata de las Valkirias" de Wagner, o los soldados haciendo surf con bombas estallando a poca distancia de su posición (en un momento de auténtico delirio).
Estamos por lo tanto ante una de las mejores películas antibelicistas de la historia del cine, y la más personal del director, que pese a los contratiempos del rodaje y la prohibición de exhibirla en los cines de EEUU, consiguió dejar patente su denuncia de las guerras y su opinión del abuso de poder norteamericano.
 Octavo largometraje de Francis F. Coppola, es una de las películas más relevantes de los años 70. Escriben el guión John Milius y F. F. Coppola. Se inspira libremente en la novela “Heart of Darkness” (1902), de Joseph Conrad; en el poema “The Waste Land” (“La tierra baldía”) (1922), de T. S. Eliot; en el mito de "La rama dorada" (1890), de James George Frazer; y en la Odisea (Homero). Se rueda en escenarios naturales de Filipinas, República Dominicana y California (Napa Valley), con una inversión de 35 M dólares. Nominado a 8 Oscar, gana 2 (fotografía y sonido) y la Palma de oro (Cannes). Producido por F. F. Coppola para Zoetrope/UA, se proyecta por primera vez en público el 10-V-1979 (Festival Cannes).

La acción dramática tiene lugar en Vietnam y Camboya, en 1969. El capitán norteamericano Benjamín L. Willard (Shenn) recibe órdenes de ascender por el río Nang hasta el refugio del coronel Walter E. Kurtz (Brando), al que ha de matar. Willard es un joven oficial de los servicios de inteligencia del ejército norteamericano, al que la guerra le afecta sobremanera (pesadillas, insomnio, crisis de angustia...). A medida que avanza el relato va adquiriendo mayor conciencia del horror de la contienda. Kurtz, coronel laureado del ejército norteamericano, antiguo "boina verde", megalómano, ha enloquecido por la crueldad de la guerra, se ha refugiado en un templo, ejerce como dictador de la tribu de los Montagnard, que le adoran como a un dios. Cuenta con un ejército formado por nativos camboyanos, vietnamitas del Sur y soldados americanos desertores.

El film suma acción, aventuras, drama, horror y guerra. La película se articula en torno al viaje de la patrullera del capitán Willard y cuatro acompañantes (Jefe, Chef, Lance y Limpio) por el río Nang en busca del refugio de Kurtz. Como viaje es una metáfora del abandono de la civilización, un descenso al reino de las tinieblas, una alegoría de los horrores de la guerra, una exploración de la locura y la crueldad humanas, una odisea bélica que se mueve en dos vertientes: la guerra y la reflexión interior de Willard en busca de la propia identidad y del sentido de la vida. Las referencias realistas de la obra se van diluyendo gradualmente a medida que el viaje de Willard avanza, para dar paso a referencias surrealistas y oníricas. El carácter desmesurado y recargado de la obra contribuye a crear una espléndida atmósfera, desoladora y opresiva, uno de los atractivos del film. La obra ejerce un gran impacto sobre los films bélicos posteriores.

La etapa de producción se prolonga durante algo más de 3 años. Coppola comienza a trabajar en la obra en 1976. El rodaje en Filipinas tiene que afrontar numerosas dificultades y contratiempos que implican duplicar el presupuesto, lo que obliga a Coppola a hipotecar sus bienes personales. Desde el estreno, la película suscita el interés del público y alcanza un notable éxito de taquilla y crítica.
  no es una película de guerra propiamente dicha. intenta ahondar en la naturaleza del ser humano, y para ello, nada mejor que un marlon brando, de nuevo pletórico, que nos regala posiblemente de los 15 minutos más famosos del cine. Pero no os equivoqueis no sólo brando se sale, aunque nunca me gustó la familia sheen como actores, duvall está a un gran nível, una gran puesta en escena, sobre todo del poblado, conseguidisimo, y para mí, la mejor banda sonora de todos los tiempos hace el resto. Por una vez, la peli supera al libro. Creo que coppola a sabido captar la profundidad del corazón de las tinieblas de conrad, novela en la que se basó coppola para su apocalíptica obra de arte.

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