sábado, 24 de marzo de 2012

el teniente blueberry

El dibujante francés Jean Giraud, conocido como Moebius, uno de los artistas más influyentes del mundo del cómic, falleció este sábado dejando tras de si una fértil obra encarnada en el personaje del teniente Blueberry y en sus incursiones en el cine.

Considerado uno de los lápices más importantes del noveno arte, Giraud falleció en París tras una larga enfermedad a menos de dos meses de cumplir los 74 años.

Deja una obra extensa y un universo propio que pasó del realismo de sus primeros personajes, inspirados en el "far west" que conoció en México, donde fue a vivir su madre, a los abstractos dibujos que dibujó a partir de los 60, inspirados en un mundo fantástico y de ciencia ficción.

Fueron esas viñetas las que le valieron llamar la atención de directores cinematográficos que incorporaron su universo fantasioso a películas como "Alien", de Ridley Scott, "The fifth element", de Luc Besson, o "Abyss", de James Cameron.

Pero su fama internacional se había asentado antes de la mano de un personaje, el teniente "Blueberry", un "cow boy" que nació de sus lápices y de la pluma de Jean-Michel Charlier en 1963, y que firmó con el pseudónimo de Gir.

Supuso una relectura del género del "western" y encontró un enorme éxito de público que le abrió las puertas de las principales revistas ilustradas, empezando por "Pilot", fundada por René Goscinny, creador de Asterix o Lucky Luke.

Pero en el cénit de su carrera, Giraud se cruzó con el artista chileno Alejandro Jodorowsky, exiliado en Francia, lo que le desvió de su carrera, hasta ese momento esencialmente realista, hacia universos más interiores e imaginativos.

Comienza así una etapa nueva en su arte que quiso marcar adoptando un nuevo alias, el de Moebius, que tomó prestado de un matemático alemán del siglo XIX.

Junto con Jodorowsky pasó años tratando de adaptar a la gran pantalla la obra "Dune", de Frank Herbert, pero el proyecto nunca vio la luz.

Sin embargo, de su colaboración mutua nacieron otras obras, que tuvieron menos éxito popular que el famoso "caw-boy" pero que se han convertido en viñetas de culto.

Es el caso de "El Incal" o "Arzach", donde comienzan a aparecer figuras surgidas directamente del universo onírico del dibujante.

En esa época funda también la revista "Métal Hurlant", donde encuentran asiento las figuras creativas de ciencia ficción y fantasía nacidas de sus lápices.

"El acto de dibujar es algo mágico. La magia está a nuestro alrededor, y con el tiempo se convierte en una técnica de comunicación. La busco en todo momento, pero es difícil de conseguir", aseguraba hace un año el dibujante con motivo de la presentación en España de una de sus últimas obras.

Moebius se convirtió en un icono, un estilo propio que fue mil veces imitado y que influyó a otras disciplinas, como el cine o el videojuego.

Abierto a las nuevas corrientes, el dibujante se instaló en 1984 en Los Ángeles y, posteriormente en Tokio, donde encontró nuevas fuentes de inspiración.

El artista traspasó la frontera del papel en la última parte de su obra, cuando decidió convertirse a si mismo en protagonista de sus cómic en la serie "Inside Moebius".

En vida obtuvo buena parte de las recompensas a las que puede aspirar un dibujante.

En 1985 fue elegido mejor artista gráfico de Francia y, poco después, el presidente François Mitterrand le condecoraba con la Orden de las Artes y las Letras.

En 1981, el Festival de Angulema le otorgaba el gran premio y en 2000 abría una gran retrospectiva de su obra.

El año pasado fue la Fundación Cartier de París la que reunió originales y objetos que marcaron su universo personal en la que, hasta ahora, es la última gran exposición sobre Moebius.

El aspecto dual de su obra fue destacado este sábado por el ministro francés de Cultura, Fréderic Mitterrand, quien señaló que con la muerte de Jean Giraud se van "dos artistas".
 La narración de historias del far west suele llevar implícito el dejar de lado los referentes históricos de la colonización del oeste americano y centrarse en el aura mítica que estos relatos evocan con fuerza. La historia (real) de los colonos y cazadores, de los caballos bisontes y castores, de los indios o de la caballería puede resultar interesante a un cierto sector de población que sepa buscar manuales sobre esta disciplina histórica en los anaqueles de las librerías generales o especializadas. Pero la ficción en los relatos de la frontera suele tener un tirón de aceptación superior. La cultura popular ha acudido con frecuencia a estos contenidos para contar supuestas historias que en absoluto se basan en una realidad histórica. La cinematografía, la novela popular y la historieta beben continuamente de esas fuentes argumentales. Estados Unidos como país escenario e inventor del género ha sabido importar esta narrativa a todo su entorno de influencia, existiendo una dilatada nómina de autores no yanquis que se mueven con relativa facilidad en este medio. Uno de los más dotados fue el guionista belga Jean Michel Charlier, coautor de Blueberry que contó como diseñador de su épica a uno de los mejores dibujantes que ha dado el cómic mundial: el francés Jean Giraud (Gir). Esa extraordinaria mezcla de talentos –una narrativa épica que abraza la leyenda y declina la realidad, y una realización gráfica realista y detallada, plena de matices- ha originado la que es la más fascinante y sugestiva saga del western jamás realizada en historieta.
 

La serie comenzó con el título genérico de Fort Navajo en el número 210 (31-X-1963) del semanario Pilote rindiendo un total de veintitrés historias que finalizan en 1990 y que cuya autoría se debe, salvo matizaciones, a Charlier y Giraud. Pero la serie principal ha derivado en otras complementarias que a lo largo de los años ha adquirido una cierta complejidad. Entre los subproductos generados figuran las historias cortas de la saga titulada La juventud de Blueberry publicados en los primeros números de los especiales Super Pocket Pilote entre 1968 y 1970, todas realizadas por el equipo mítico, Charlier y Giraud. Al estar ambientadas en un tiempo anterior a la de la serie principal, constituyen un exordio oficioso tanto a ésta como a la saga también titulada La Juventud de Blueberry realizada por los guionistas Charlier y François Corteggani y los dibujantes Colin Wilson y Michel Blanc Dumont. Las diez historias (publicadas directamente en formato álbum entre 1985 y 2004) tienen la duración estándar de un libro franco belga al uso, o sea 46 páginas y su publicación continúa actualmente.
La rentabilidad que genera el resuelto ex teniente de caballería a su dibujante Jean Giraud ha motivado que este autor -sin Charlier, fallecido en 1989- continúe con la franquicia en historias menos interesantes que conservan una titulación semejante a la de la serie principal (Mr. Blueberry) y que actualmente se sigue con una cadencia muy lenta habiendo aparecido hasta la fecha cuatro relatos editados directamente en álbum entre 1995 y 2003. Por último, y a modo de introito de la saga comprendida en los títulos “La mina del alemán perdido” y “El fantasma de las balas de oro” (semanario Pilote, 1969 y 1970) el propio Giraud escribió los guiones de una serie subsidiaria o derivada con fines comerciales –o sea, un spin off- titulada Marshall Blueberry, que constó de tres títulos publicados directamente en libro, dibujados por William Vance (los dos primeros, en 1992 y 1993) y por Michel Rouge (el tercero, en 2000). 
yo crecí leyendo las aventuras del díscolo teniente blueberry. 

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