domingo, 10 de junio de 2012

memento

año 200o, usa.. Director: chirtopher nolan. actores:guy pearce, carrie anns moss, joe pantoliano, mark boone.

Leonard es un investigador de una agencia de seguros cuya memoria está irreversiblemente dañada por culpa de un golpe en la cabeza, sufrido al intentar evitar el asesinato de su mujer: éste es el último hecho que recuerda del pasado. A causa del golpe, ha perdido la memoria reciente, es decir, los hechos cotidianos desaparecen de su mente en unos minutos. Así pues, para investigar y vengar el asesinato de su esposa tiene que recurrir a la ayuda de una cámara instantánea y a las notas tatuadas en su cuerpo.
 La película tiene partes en color y en blanco y negro. En color vemos al personaje y la historia principal al revés. En blanco y negro lo vemos repasando los “hechos” que le han colocado en la situación en la que está, contando la historia de Sammy Yankis y hablando por teléfono con alguien* (esta parte en orden normal). Durante la cinta parece que esos dos momentos son distintos, que uno es la acción y el otro está metido con calzador para aclarar los puntos más oscuros de la historia (aunque haya aspectos que se dejan en suspenso hasta el final**) y diferenciados cromáticamente para no despistar. Por ello algunos afirman que esas justificaciones están metidas de forma artificial en la cinta y que no quedan bien ensambladas. Pero no es así ya que la parte en blanco y negro, una vez a cumplido el cometido de contarnos la historia de Yankis***, acaba confluyendo con la parte en color en un único hilo narrativo (de tal forma que lo que empieza en B/N acaba en color en la misma secuencia), es ahí cuando acaba la película y empieza la parte de la historia que nos han contado. Por tanto la parte en B/N no son secuencias en el éter de las justificaciones metidas a la fuerza y Nolan demuestra su preocupación por evitar que esa parte sea un recurso gratuito como suele ser el uso indiscriminado del flasback.

Por otra parte muchas opiniones defienden que si se contara de forma lineal no valdría mucho la historia, pero ¿valdría el Sexto sentido al revés? Tampoco, como toda película con sorpresa, ya que el final sorpresa lo sabríamos al principio y perdería interés (es un ejemplo simple pero práctico). En esta película pasa lo mismo, nos cuentan una historia en la que la sorpresa está en las causas, no en los efectos. La “tarea” del protagonista surge de la manipulación ****, pero nosotros no lo sabemos. Si cuentan eso al principio no habría final (principio) sorpresa. Así, no se trata de contar una historia hacia atrás y aprovechar la inevitable confusión que de ahí se deriva. Se trata de utilizar a la perfección todos los recursos que de una historia contada al revés pueden extraerse colocando el final sorpresivo en el principio, utilizando dos líneas de narración que acaban confluyendo para explicar perfectamente la manipulación de la que ha sido objeto el protagonista, creando tensión entre escenas usando (sin que se le escape de las manos) esa confusión... Y todo esto gracias a un montaje y un guión milimétricos.

Luego, algunos de los errores que se comentan (ej: sube al coche a veces sin comprobarlo en la foto etc.) son nimiedades que no afectan a la estructura de la historia (que sería el auténtico error*****) y sirven para evitar un metraje excesivo y redundante. Una vez asumido el problema del protagonista no es preciso que se recalque cada vez que hace algo que no lo recuerda. En los westerns no se atan los caballos con nudos marineros, pero todos “suponemos” que están bien sujetos con dos vueltas mal dadas a las riendas.
 El gran mérito de esta película es, sin duda, que nosotros al verla padecemos la misma enfermedad que Leonard. Aunque parezca que su narración homeostática (que cuando acaba el personaje está en el mismo lugar que cuando empezó pero con la riqueza adquirida en su viaje) y estructura es anárquica, estamos ante un planteamiento eficaz y sobre todo con muchísima intención. No es una propuesta posmoderna meramente estética.

¿Por qué la película empieza por el final y se suceden las escenas al revés hasta el principio? Para que nosotros, igual que Lenny, no sepamos por qué estamos ahí. Lenny corre por la calle huyendo de alguien y se pregunta: ¿por qué persigo a este tío? Y nosotros nos preguntamos con él, ¿por qué persigue a este tío ahora de repente así sin más? Luego Leonard se da cuenta, a la vez que nosotros, que el perseguido es él. Y así escena tras escena. Es fácil identificarse con la locura que es su vida porque nosotros descubrimos a la vez que él las cosas. (Lo malo es que él no las recordará y nosotros sí, lo que nos convierte en unos privilegiados porque nosotros sabremos lo que pasa y él jamás se acordará).

La propuesta es sencilla, te invitan a vivir la pesadilla de una enfermedad real (terroríficamente cierta) durante casi dos horas, donde hay un monstruo que se alimenta de falsos recuerdos. La persona que era sólo vive en sus pensamientos, porque la persona que es hoy no tiene nada que ver con la que fue.

Se ha inventado a sí mismo a través del dolor, el odio y la venganza, y cuyo único nexo de unión entre esas dos personalidades es la muerte de la esposa y la sensación de pérdida que le invade en todo momento.

No es una película fácil y se merece varios visionados. Pero no hace falta entenderla al 100% para captar la esencia de lo que es, (uno puede llegar a comprenderla del todo sobre todo en el 2º visionado. Yo necesité verla otra vez pasado un tiempo para digerir si lo que había visto era la obra maestra del año o una tomadura de pelo).

La 2ª vez vas más preparado y puedes centrarte en la trama y esos giros de guión invertido. Porque la segunda vez, como nosotros sí tenemos recuerdos, (afortunadamente) y no padecemos la enfermedad de Lenny, atamos cabos recordando qué escena venía a continuación.

La primera vez con Memento es una aventura, y hay que afrontarla con valentía y dejarse llevar. Hoy puedo decir que para mí se trata de una pequeña joya del cine moderno de uno de los directores más interesantes del panorama.
 Memento se convirtió rapidamente en una obra de culto gracias a su ingenioso planteamiento narrativo. Ahora, más de diez años después, la película es todo un referente por muchas más cosas.

Christopher Nolan es un genio. Eso, a estas alturas, es indiscutible. Sin embargo, cuando se estrenó Memento, Nolan era solo ese chico que había sorprendido con Following. En su primera gran película, el cineasta británico deslumbra al mundo con una puesta en escena soberbia y una técnica narrativa tan peculiar como atractiva. Nolan deslumbra al espectador, que se mueve a tientas por la película hilando mentalmente algo que es, basicamente, algo sencillo contado de manera compleja. No obstante, que sea sencillo no significa que sea obvio. Es sencillo si se tiene en cuenta la base, pero es precisamente en ella donde radica el mayor logro de Memento. Nolan inventa un thriller psicológico bien camuflado, con toques de cine negro y la inteligencia del mejor cine británico. Los detractores argumentan que Memento es lo que es exclusivamente porque "está montada al revés". Me hace mucha gracia. A mi modo de ver, es como decir que Ciudadano Kane es una obra maestra porque reinventó los planos (entre otras cosas). Obviamente, si a Memento le quitas su fantástica línea narrativa, te queda una película "simplemente" bastante buena, pero no hay un atisbo de cordura en decir que la película, sin su mejor baza, sería menos buena. Claro. Y si mi abuela tuviera cojones, sería mi abuelo.

Guy Pearce realiza una actuación portentosa (tal vez la mejor de su carrera). Es protagonista total, epicentro del terremoto que es Memento, y consigue hacer a su personaje incluso mejor de lo que ya de por sí es. Cada gesto de Pearce está estudiado y medido, metido en su sitio y consruido para armar un personaje sólido, chocando con su mente disfuncional. Carrie-Anne Moss está enorme. Su escasa capacidad para expresarse con la cara se convierte en Memento en la mejor arma de la actriz. Metida en su personaje a fondo desde el principio, representa a la perfección una de las dos caras de la moneda con la que 'Leonard' viaja desde el principio. La otra cara de dicha moneda es la interpretada por Joe Pantoliano. El fantástico actor demuestra (como si aún alguien se atreviera a dudar de él) que se mueve como un Dios en el Olimpo en el registro con el que le toca lidiar. Pantoliano es un actor enorme, de esos capaces de aportar millones de detalles a cada personaje que interpreta para convertirlo en algo único.
 Nolan abandona sus contrapuntos, siempre tan interesantes, en su eterno choque con el otro, ya sea mediante personajes o mediante el montaje. Memento es el rompecabezas básico de la identidad, un puzzle obsesivo de luces blancas tan impactantes como borrosas dentro del todo que pretende mostrar. Su prota...vive una vida que no es vida, una vida de eterno renacimiento con el debido viaje por el río Leteo, aquel que elimina cualquier recuerdo de lo que fuimos o supimos ser. Su clave es el policial velado, pistas tras pistas hasta intentar reconstruir a un hombre fragmentado por su propia condición. El ritmo es empastado, denso; los tonos son oscuros, a veces con un toque de perversidad gratuita: el personaje es tratado con dureza por el director, no se le concede nada, pero nada.
La peli se va armando conforme el personaje construye su vida, esto en lo personal me molestó puesto que al ser un narrador subjetivo el avance de la trama es, a mi gusto, excesivamente dificultoso y lleno de trabas.

Pero la atmósfera nebulosa y gris de Memento favorece finalmente a una puesta en escena que busca recrear que tan frágiles podemos ser, que tan torpemente podemos entender los senderos de nuestras propias vidas.
 Lo tiene todo. Es original, inteligente, sugestiva, intrigante y angustiosa. Y todo un reto. Porque has oído hablar de ella, de su montaje complicado, del despiece de las escenas, del guión enrevesado y del laberinto de la estructura y piensas que tú lo vas a resolver a la primera. Sólo porque fuiste capaz de armar el puzzle de 8.000 piezas que te regaló la tía Paqui por Navidad. Pero esto es mucho más difícil. Ya lo creo. Porque es como si, cada noche, tu hermana Eva se llevara la mitad de las piezas, o tu sobrina Pili añadiera las de otro puzzle o el cabroncete del primo Nano se entretuviera en cortar en trozos más pequeños las piezas, ya de suyo raquíticas. Y, para rematar, alguien ha perdido la hoja de la muestra. O sea, que no tienes donde fijarte, no sabes qué es verdadero o no, ni sabes si la gente que está contigo va a ayudarte o a boicotearte. Tienes tu inteligencia, sí, pero te falta la experiencia de haberla aplicado antes; eres un gato escaldado pero no sabes por qué, ni de qué, ni de quién tienes que huir. Eres el ordenador más sofisticado del mercado pero no hay memoria; estás en blanco. Como eres muy bueno, consigues almacenar unos pocos datos apresurados, todos los días antes de que el sistema se bloquee y tengas que volver a empezar a la mañana siguiente con el disco duro vacío. Y así día tras día, subiendo la piedra hasta arriba de la montaña a ver si ésta vez es la buena, y consigues llegar a la cima con ella, pero no... Antes de llegar volverá a caer a toda velocidad y tú detrás con el cansancio, la angustia y el miedo de todos los días de pensar que no vas a conseguirlo nunca.

Esas son exactamente las horripilantes sensaciones que me ha transmitido el hombre sin memoria de esa película. He reconstruido con él, las piezas de la historia, fatigosamente, con la incertidumbre de que tenemos que recurrir a sensaciones que pueden ser falsas, porque no tenemos hechos, ni experiencias, ni recuerdos... Es decir, no tenemos nada... Y, con nada y menos, y la "ayuda" de amigos o enemigos, no estamos seguros, hemos llegado a reconstruir el final...
 Se suele creer que el final es lo que le confiere el mayor clímax a una historia. Y eso es lo normal, es el formato más corriente en las películas, en los libros... Pero no siempre es así.
Algunas veces, conocer el final no condiciona en absoluto la emoción del relato. Bien porque el relato en sí es tan rico o nos ha gustado tanto que no nos importa volver a vivirlo una vez y otra, aunque conozcamos su conclusión; o bien porque el final es lo menos relevante, y el desarrollo de la trama es lo que verdaderamente atrapa; o bien porque el desenlace se ofrezca desde el principio, aunque, eso sí, despertándonos el interés suficiente para querer averiguar qué ha sucedido hasta ese momento.
Hay ocasiones en que el final lo es todo, y desvelarlo antes de tiempo puede arruinar una película o un libro. En otras ocasiones, sin embargo, el final puede ser el principio.
Como en "Memento".
Muy pronto nos damos cuenta de que lo que vemos en los primeros fotogramas es un hecho que ha ocurrido en el último eslabón de una cadena (bueno, al menos, relativamente hablando). El porqué y el cómo es lo que tendremos que ir descubriendo.
Desde ese suceso del comienzo, iremos volviendo atrás sucesivamente. Viajaremos por la memoria dañada de Leonard, por su incapacidad para crear recuerdos permanentes desde el espantoso momento que trastocó toda su vida.
Nolan utiliza una técnica muy efectiva para provocar suspense: fragmentos de narración que siguen el orden cronológico a la inversa. Bien empleado, este recurso puede mantener muy atento e interesado al espectador. Y, una vez demostrada la habilidad para contar el argumento al revés, existe otro elemento fundamental para que todo el edificio construido no se tambalee ni termine por caerse: que el desarrollo sea sólido, impactante, que las partes queden bien ensambladas y que, cuando termina la película, no nos quede una sensación de cojera argumental, y lo más importante: que el "principio" sorprenda como lo haría un buen final (si habláramos de un thriller lineal, por supuesto).
Para mí, Nolan ha pasado airoso la prueba. Un gran montaje bien planificado, y un guión solvente que me ha hecho reflexionar bastante sobre la fragilidad de la memoria. Sobre lo difícil que es vivir sin recuerdos. Sobre lo difícil que es no poder olvidar ciertas cosas.
Y sobre lo fácil que es engañarte a ti mismo, sobre todo si te niegas a ver tu propia verdad y no tienes que hacer el menor esfuerzo para sumirte en el olvido.

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