sábado, 30 de junio de 2012

telefon

1977,. Usa, acción. 102 minutos. director: don siegel. reparto: chales bronson, lee reemik, donald plaasence. jhon mitchum.
sinopsis: Con la colaboración de un agente de la CIA, un ex agente estalinista de la KGB intenta desprogramar a los americanos que han sido víctimas de un lavado de cerebro, pero los rusos tratarán de frustrar la operación
 En 1975, tras leer la novela “Telefon” del escritor norteamericano Walter Wager, la cual se centraba en la idea del uso del control mental como un arma capaz de desatar o solucionar un conflicto bélico, el productor y director James B. Harris reconoció el potencial comercial que poseía la historia y decidió comprar los derechos de la misma, con la intención de llevarla a la pantalla grande. Si bien en un principio Harris había pensado en Peter Hyams para el puesto de director (sería el mismo Hyams en compañía de Stirling Silliphant quienes escribirían el guión), los ejecutivos de la MGM desestimaron su idea porque según ellos, era más conveniente que la cinta fuera dirigida por un realizador con más experiencia. Fue así como Don Siegel se sumó al proyecto, sin imaginar la gran cantidad de problemas que tendría con el protagonista del film, el siempre popular Charles Bronson. El actor, quién en ese entonces había logrado establecerse como uno de los tipos duros más reconocidos de la pantalla grande, estaba consciente de su popularidad, razón por la cual no solía ser muy cooperador con los directores o los actores con los cuales trabajaba.

El primer problema que tuvo Siegel con Bronson, tuvo relación con el famoso bigote del actor. Para el director, era necesario que Bronson se afeitara el bigote una vez que su personaje comenzara su misión de “espionaje”, con el fin de que este no pudiera ser reconocido por el villano de turno y las autoridades norteamericanas. Sin embargo, el actor se negó a afeitarse el bigote, iniciando una fuerte discusión con Siegel, quien eventualmente tuvo que ceder de mala gana al capricho del actor. Lo que resulta aún más curioso, fue la negativa de Bronson de besar a Lee Remick, en la escena que esta lo va a buscar al aeropuerto a su llegada a Norteamérica. El actor básicamente se negó porque según él, cuando su esposa lo iba a buscar al aeropuerto, jamás lo besaba. Ante esto, Siegel le dijo a Remick que entonces lo abrazara en la ahora polémica escena, a lo que la actriz le respondió: “Pero, Don, no me atrevo. Él es capaz de golpearme”. Aunque eventualmente la escena sería rodada sin inconvenientes, la tensión en el set era palpable, y terminó estallando en la filmación de una escena al interior del Hotel Hyatt de San Francisco. En dicha escena, el personaje de Bronson debía bajarse de un ascensor de vidrio para ir tras uno de los agentes de la KGB. Para que las cámaras pudiesen tomar el ascensor sin problemas, Siegel marcó con una cinta negra el lugar donde el actor debía bajarse, lo cual no le hizo ninguna gracia a Bronson, quien sintió que lo estaban tomando por tonto. Tras una fuerte discusión, en la cual el director amenazó con abandonar el film, el actor decidió hace una tregua con Siegel, la cual se extendió hasta el fin del rodaje.

La cinta básicamente se centra en la paranoia existente a ambos lados de la cortina de hierro durante la Guerra Fría, y en los alcances de la misma. El villano de turno es Nikolai Dalchimski, un agente de la KGB que tras enterarse de un proyecto secreto llamado “Telefon”, decide que él es el encargado de iniciar un conflicto bélico de proporciones catastróficas. Pero, ¿en qué consiste dicho proyecto? Como bien se lo explica el general Strelsky (Patrick Magee) al personaje de Bronson al principio del film, a principios de los cincuenta, la KGB preparó a 51 agentes para infiltrarse en el corazón de los Estados Unidos. La particularidad de dichos agentes, es que gracias a la hipnosis, basta que escuchen un poema de Robert Frost para que se conviertan en bombas de tiempo ambulantes, y realicen ataques suicidas contra una serie de puntos estratégicos norteamericanos. Ante dicho escenario, el coronel Borzov es enviado a Norteamérica, donde junto a Barbara (Lee Remick), una agente de la CIA, tendrán que encontrar a Dalchimski y eliminar cualquier rastro del macabro proyecto antes de que este llegue a oídos de las autoridades norteamericanas, dando inicio a una guerra sin precedentes.

Resulta curioso como la cinta funciona en distintos niveles. Es un thriller efectivo, cuya tensión se mantiene no solo por lo aleatorio de los ataques suicidas, lo cual obviamente dificulta la tarea de Borzov y compañía, sino además por el hecho de que el espectador no tarda en darse cuenta que el protagonista no es más que un simple peón de sus superiores y de su propia compañera, quien tiene órdenes de asesinarlo una vez que este cumpla su misión. Por otro lado, “Telefon” bien podría ser vista como una “road movie”, aunque técnicamente no lo sea. En un principio, la relación entre Barbara y Borzov es áspera y se basa en la mutua desconfianza. Ninguno tiene claro las órdenes del otro, y su sociedad no ha sido voluntaria, sino que ha sido impuesta por sus superiores. Será a medida que viajan por los Estados Unidos en búsqueda de Dalchimski, que la improvisada dupla entabla una relación de compañerismo, la que no tardará en convertirse en algo más. Además la cinta presenta un par de trepidantes escenas de acción, que involucran explosiones, peleas de puños, persecuciones a toda velocidad, e incluso una serpiente de cascabel. Por último, el film presenta una mirada cómica al entonces cada vez más relevante mundo de las computadoras, las cuales son utilizadas por la diligente agente de la CIA, Dorothy Putterman (Tyne Daly), para intentar solucionar todas las interrogantes que plantean los extraños ataques suicidas que han emprendido una serie de supuestos ciudadanos norteamericanos comunes y corrientes.

Si bien Charles Bronson jamás será recordado por sus habilidades actorales, en esta ocasión realiza un buen trabajo interpretando a este militar frio e implacable, que a medida que transcurre la cinta va mostrando algunos rasgos de humanidad, sin dejar de lado su personaje de tipo duro. Por su parte, Lee Remick se presenta como el complemento perfecto del personaje de Bronson, con quién tiene una gran química, lo que obviamente ayuda a que la relación que se va cimentando entre ellos durante el transcurso de la cinta resulte creíble. Por último cabe destacar la actuación de Donald Pleasence, quien interpreta de gran manera a este villano megalómano, voyerista y cobarde, que disfruta viendo como los agentes encubiertos se convierten en verdaderos entes, y se inmolan por una causa que carece de sentido. En el apartado técnico, la cinta cuenta con el correcto trabajo de fotografía de Michael Butler, y con la efectiva banda sonora del compositor Lalo Schifrin, que se presenta como uno de los puntos altos del film.
 

Aunque en general esta producción cuenta con más virtudes que defectos, si tiene algunos detalles que pueden llegar a molestarle a ciertos espectadores. Si bien el personaje interpretado por Tyne Daly aporta con algunas dosis de hu
Estamos ante un claro ejemplo de cine de consumo de los 70, que para mi gusto es bastante mejor que el actual.

Siegel intenta imprimir algo de su gancho a una trama tópica, propia de la Guerra Fría tardía, en la que ya se constataba que el juego del contraespionaje iba a volver a todo el mundo paranoico.

La primera parte resulta más interesante y conforme avanza el film decae. La pareja Bronson-Remick desprende más química de la esperada y acaban por resultar simpáticos en un mundo tan áspero como el del espionaje.

Para pasar el rato sin demasiadas exigencias.
mor, este bien pudo haber sido sacado de film, ya que gran parte de sus intervenciones no tienen mayor importancia dentro del desarrollo de la historia. Por otro lado, hay que reconocer que el relato en general es bastante fantástico (de hecho, Desde aquellos tiempos de la Guerra Fría siempre ha existido la leyenda urbana de que había seres humanos programados para matar con la simple lectura de un texto o con unas palabritas mágicas. De ahí viene gente como John Hinckley Jr, que intentó asesinar a Ronald Reagan o Mark David Chapman con John Lennon, en este caso portaban el libro El Guardián entre el Centeno, cosa que ha dado lugar a miles de teorías (en EEUU existe la creencia de que en las librerías hay una línea directa con el FBI que les avisa que alguien lo está comprando).

Con la premisa de la hipnosis con drogas, Don Siegel se adentra en el mundo del sabotaje, la traición y los espías. Charles Bronson, comandante del ejercito ruso es encargado de buscar agentes rusos en los Estados Unidos con la ayuda de una agente infiltrada ya que parece que están siendo activados por un traidor al Kremlin.

La película no es que haya envejecido muy bien pero tiene su punto para pasar un rato entretenido.
el mismo Siegel reconocería que el g
Un experimentado agente del KGB es enviado a los Estados Unidos con la misión de detener por cualquier medio a otro espía renegado que está despertando y utilizando a unos "durmientes" para cometer todo tipo de atentados, en su misión con la ayuda de otra agente norteamericana que le servirá de guía. Vigorosa y trepidante realización de Siegel, que aprovecha bien el ingenioso aunque esquemático guión y entrega un film sin duda menor pero disfrutable, que supera su condición de pura paranoia de la guerra fría ya un tanto desfasada, gracias tanto a esa asombrosa fluidez narrativa marca de la casa (aunque aquí se muestra un tanto televisivo y quizás demasiado funcional en el apartado visual) como a la sorprendente buena química entre el impertérrito Bronson y la estupenda Lee Remick (actriz de inmenso talento nunca suficientemente valorada), como pareja de investigadores de profesionalidad a toda prueba. Una película de lo más recuperable, con bienvenidas gotas de mala uva humorística (los agentes soviéticos infiltrados son todos arquetípicos americanotes, transformados de golpe en terroristas en trance) y la siempre agradecida presencia de Donald Pleasence como retorcido villano. Como curiosidad, el poema de Robert Frost que despierta a los durmientes ( El bosque es hermoso / Oscuro y frondoso / pero tengo promesas que cumplir / y mucho que andar antes de dormir / Recuerda, mucho que andar antes de dormir) era lo que debías decir si deseabas el bailecillo sugerente de la curvilinea Vanessa Ferlito en la malograda pero simpática "Death proof".
 
uión era “totalmente imposibCharles Bronson encarna esta vez a un agente del KGB encargado de liquidar a unos espías soviéticos infiltrados en Estados Unidos, que están siendo utilizados por otro agente ruso para cometer atentados. Dichos espías llevan una vida normal pero han sido adiestrados mediante hipnósis y cuando reciben una llamada de teléfono y escuchan la contraseña secreta se reactivan y actúan como Kamikaces atentando contra un objetivo prefijado.

Estamos ante una interesante propuesta de acción y suspense dirigida con buen pulso por el gran Don Siegel, en la que sería una de sus últimas películas. El guión es obra de uno de los guionistas más activos de los setenta, Stirling Silliphant y del polifacético Peter Hyams, que por esas fechas decidió dar el salto a la dirección y también se encargó de la fotografía de sus propios filmes.

Buenas escenas de acción y suspense para una película entretenida a tener en cuenta.

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